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la música mexicana toma el relevo del reguetón – NSS Oaxaca

EL PAÍS

RODRIGO SORIANOLUIS PABLO BEAUREGARD

México / Los Ángeles – Hace menos de un año, casi nadie había oído hablar de Peso Pluma más allá de los bares de su Jalisco natal. Hoy, ese joven mexicano larguirucho, con un tatuaje de Al Capone en el brazo y peinado a tazón es uno de los invitados estrella de Jimmy Fallon, ya cuenta con la bendición del productor de moda Bizarrap y ha superado en visitas a Bad Bunny. La superestrella del reguetón que, por cierto, se enfundó unas botas rancheras en abril para cantar una cumbia grupera con los chicanos Grupo Frontera. Un género que conoce bien Christian Nodal, un mariachi con tatuajes en la cara, que acaba de reventar en el Wizink Center, en Madrid. Trompetas, guitarras, acordeones. Los auriculares de millones de personas resuenan con los ritmos de la música regional mexicana, un género en pleno auge que está tomando el relevo del reguetón en las listas de éxito globales.

La música mexicana es coral. El mariachi, la banda o el norteño son géneros diferentes, pero suelen ponerse en un mismo saco, el del regional mexicano. Siempre ha tenido su público, sobre todo entre la migración mexicana en EE UU, pero ahora se ha afianzado en gran parte por el éxito de los corridos tumbados, una variante que nació al mezclar los viejos corridos tradicionales —episodios de la vida cotidiana narrados a modo de gesta épica— con géneros urbanos como el rap y el reguetón. Peso Pluma es ahora la sensación, pero el padre del invento es Natanael Cano, otro joven de 22 años. Su Corridos Tumbados, de 2019, marco la senda que ahora arrasa en los catálogos internacionales. En el Top 50 Global de Spotify hay cinco de estas canciones en el momento de publicación de este reportaje.

Ensombrecida durante décadas por los prejuicios clasistas, la música mexicana se ha vuelto cool y está de moda. El mismo viaje del reguetón hace pocos años, que abrió la puerta de la música latina al público masivo. “Ya lo vimos con Rosalía o con J Balvin. Iberoamérica es un músculo. Es fuertísima en consumo y está alineada con una gran región, con un solo lenguaje. A veces incluso Italia se nos une en esta cruzada. En los charts están todavía Miley Cyrus y Taylor Swift, pero son como vestigios de la década pasada”, explica Uriel Waizel, encargado del área editorial en Spotify en México. Pese a adentrarnos en una nueva era, afirma que este fenómeno no tiene por qué reemplazar al reguetón. “Hubo un gran shift [cambio] del gran consumo del reguetón, que sigue ahí y va a seguir ahí, pero el público se volvió sobre estos nuevos ídolos de la música mexicana”.

Una sonrisa de incredulidad

Abril de este año. Peso Pluma canta sobre el escenario del Toyota Arena, en Ontario (California). En un momento calla, y esboza una pequeña sonrisa incrédula, sin creer que las 11.000 personas del lugar están cantando uno de sus temas, Por las noches. En poco más de un año de trayectoria, Hassan Kabande –su nombre real– se ha convertido en el mayor exponente de los corridos tumbados y en un fenómeno musical. Ahora, supera en búsquedas en web al icónico cantante puertorriqueño Bad Bunny, y se ha mantenido durante semanas en los primeros puestos de Spotify y otras importantes listas como la de Billboard Hot 100 –la lista de los 100 sencillos más exitosos en Estados Unidos– con Ella Baila Sola, un tema colaborativo junto a Eslabón Armado. Google Ads –una herramienta para ofrecer publicidad– es más escéptica que las búsquedas en web. La herramienta muestra que Peso Pluma cuenta con unas 550.000 búsquedas de media, cerca pero aún a distancia de las 673.000 que le da a Bad Bunny. Sin embargo, la tendencia es impactante: aumentó un 75.461% en el último año.

No es la única sensación de la música mexicana a nivel global. Los chicanos Grupo Frontera también se ha mantenido en uno de los primeros puestos en las últimas semanas con Un x100to, su cumbia mexicanizada grupera en colaboración con Bad Bunny. En abril, la banda tocó tres canciones sobre el escenario principal de Coachella, el festival más importante de Estados Unidos, de la mano del puertorriqueño. El mismo festival llevó en el cartel un año antes a Grupo Firme, otra de las bandas que triunfa a base de música norteña. El padre del mariacheño, Christian Nodal, también ha resonado con fuerza en el panorama internacional. Hace dos semanas se convirtió en el primer mexicano en agotar una fecha en el icónico Wizink Center. La música mexicana se expande a través de sus ramificaciones.

El productor Edgar Barrera, uno de los artífices del éxito del regional mexicano, considera que le ha tocado actualizar ciertos géneros que han sido muy populares en Iberoamérica. Como ejemplo pone el tema que compuso junto a Nodal, No te contaron mal. “Empezaron a decir que era una falta de respeto al género, a la cultura. Yo lo veía diferente. Si queremos revivir el mariachi tenemos que revivirlo hablándole a las generaciones nuevas y como hablamos nosotros. Le quité poesía a las letras y las hice reales”, asegura el compositor de 33 años, quien nació en Estados Unidos y fue criado con la cultura fronteriza. Barrera ha ganado 18 Grammy Latino y un Grammy mostrando su flexibilidad entre géneros. Recientemente compuso Un x100to, el éxito de Grupo Frontera y Bad Bunny. Ha hecho temas de regional para Nodal, Gera X y Los Plebes del Rancho, por decir algunos. Y pop y reguetón para Maluma, Camila Cabello, Ariana Grande y Jennifer López, entre otras artistas.

“Tenemos algo más fuerte y más sucio, como Peso Pluma; pero también tenemos a Grupo Frontera. La balanza está muy bien equilibrada y hay de todo. Puedes escoger entre una cosa o la otra, pero al final todo es basado en la historia musical de México. Hay muchas formas de cantar regional mexicano”, explica Teresa Aguilera, periodista en Billboard y con una larga trayectoria enfocada en la música mexicana. El país cuenta con alrededor de 127 millones de personas, lo que lo convierte en un territorio clave para guiar al mercado. La música regional, antes mal vista o abandonada a las clases bajas, ha roto en los últimos años el prejuicio y ha salpicado a todos los estratos. Otra analogía con el reguetón.

Los Tigres miran al norte

El ejecutivo de Spotify afirma que los mexicanos han mantenido siempre su vista pendiente de su vecino del norte, Estados Unidos. Una influencia fronteriza que ha dejado grandes nombres, que ahora son reivindicados como antecedentes de este nuevo boom. Sentados, trajeados y pulcros en un hotel de Ciudad de México, los cinco componentes de Los Tigres del Norte, unos veteranos del estado norteño de Sinaloa, dan cuenta de ello. “En esa época [a sus inicios en los años setentas] escuchábamos a un grupo pionero que se llamaban Los Alegres de Terán. Pero cuando llegamos a los Estados Unidos, la música western también nos influyó mucho. En lo particular, escuchábamos también a Johnny Cash, porque cantaba y hablaba en sus canciones. Nosotros empezamos a hacer músicas así, pero en español”, cuenta Hernán Hernández, uno de los integrantes de la histórica banda. Con la llegada de Los Tigres, todo cambió. Popularizaron un tema llamado Contrabando y traición (1974), donde de manera ficticia hablaron de las drogas y el narcotráfico, convirtiéndose en uno de los pioneros del narcocorrido, un género que causó gran polémica, pero que se extendió por todo el país. Tras estos temas, Los Tigres llevaron su música a otro nivel, tocando más estilos del regional y variando sus letras a otros temas.

“Los nuevos artistas también entienden la música como identidad, algo que va pegado con cosas que hemos vivido. La mezcla con culturas como la estadounidense es parte del crecimiento de la música, tiene que suceder, y qué bueno que sucedió. Si no, quién sabe en qué año hubiera resucitado la música mexicana”, respalda Jorge Hernández, el líder de Los Tigres. Los nuevos artistas han sabido reinventar los ritmos clásicos de sus referentes históricos y mezclarlos también con la música estadounidense de su época, el género urbanos.

El rancho angelino de los Humilde

Uno de los centros de poder de este nuevo boom sonoro se encuentra en una pequeña ciudad de 55.000 habitantes al sureste de Los Ángeles. En Paramount se hallan las oficinas de Rancho Humilde, la compañía que ha lanzado a Fuerza Regida, Natanael Cano y Junior H, entre otros. El epicentro del corrido tumbado fue inaugurado por todo lo alto en mayo pasado, con la presencia de varios artistas y un guiño a las raíces que han construido este imperio con pies en México y Estados Unidos. En el lugar hay un mural de Los Ángeles y su tipografía gótica, la preferida por los chicanos. También un gran mural del cantante Chalino Sánchez, uno de los precursores de la internacionalización del corrido.

“Cuando conocí la música de Chalino, se volvió parte de mi alma”, ha dicho en entrevistas Jaime Alejandro Humilde, conocido como Jimmy Humilde, hijo de inmigrantes mexicanos que salieron de Michoacán rumbo a California en los 80. En su casa se oía a Vicente Fernández, cumbias y música tejana. Su mundo cambió cuando escuchó a Sánchez, un emblemático compositor y una influyente figura para los mexicoamericanos. Chalino fue asesinado en Culiacán, Sinaloa, en mayo de 1992. El centro Humilde se encuentra en la que fue oficina y tienda de Chalino (vendía beepers).

Rancho Humilde se fundó en 2008, pero encontró el éxito nueve años después. Fue en 2017 con De periódico un gallito, un corrido de LEGADO 7 sobre un joven sin futuro que comienza trabajado en las calles de Los Ángeles vendiendo drogas. El tema contaba la historia en un territorio conocido para Jimmy Humilde, el del mundo amoral de los soldados de las pandillas urbanas que pueblan al hip hop. Ese era uno de los géneros preferidos del fundador de la compañía, quien creció en Venice. Entre sus artistas favoritos estaban los neoyorquinos LL Cool J y EPMD.

Así que Rancho Humilde ató los ritmos de varios géneros mexicanos con los sonidos y narrativas del rap y hip hop. La fórmula fue muy popular. La compañía ha colocado seis canciones en la lista Hot 100 de Billboard. Cinco de estos temas estaban allí el mes pasado. Los artistas de la factoría Humilde incluso han tenido los mismos gestos que los raperos cuando triunfan. Con su primer cheque de regalías, Natanael Cano le compró una casa a su madre.

Los empresarios apostaron por YouTube, la plataforma más usada para consumir audio en el mundo, para conquistar a su audiencia. La presencia de los artistas de Rancho Humilde en radio y televisión había sido muy limitada. Bebe Dame, de Fuerza Regida, un éxito lanzado a finales de 2022, fue el primero que sonó en la radio en EE UU. Las redes sociales, donde tienen 3,5 millones de seguidores, son la gran herramienta de marketing de la empresa.

Como ejecutivo de su sello, Humilde es también responsable de una pragmática estrategia. Rehúye los acuerdos a largo plazo con las disqueras y apuesta por arreglos puntuales de sus artistas con diferentes compañías: Warner, Sony y Universal. Esto les ha permitido ganar exposición global mientras se mantienen independientes.

Una conversación entre vecinos

El diálogo con Estados Unidos no solo ha sido musical, también estético e identitario. En Los Ángeles de la década de 1980 comenzó a aparecer el movimiento cholo, una manifestación de los jóvenes migrantes (o hijos de migrantes) mexicanos que buscaban una identidad a medias entre el país de origen y el de destino. En los barrios duros de la periferia angelina se llevó a cabo la conversación entre el gangsta rap y los corridos mexicanos, la cultura negra y mexicana. Los cholos mantenían –y mantienen– una estética marcada por las pañoletas en la cabeza, las camisas abrochadas solo en el cuello, los pantalones anchos o las zapatillas altas de marca.

La conversación sigue presente hoy en día con los dos mismos elementos de la mezcla original. Los nuevos artistas mexicanos visten con gorras y tenis deportivos (aunque mantienen la esencia del sombrero y las botas en casos como el de Grupo Frontera). Tratan de aparentar lujo y estatus a través de ropas caras, coches potentes e incluso armamento, una estética asociada al narcotráfico. El público juvenil de las variantes urbanas como la del corrido tumbado basa su estilo en los degradados en el pelo, las chaquetas de béisbol, las camisetas de marca y las zapatillas deportivas.

“Parecería que, como pasa con muchas cosas en México, primero se tienen que ir al extranjero para ser reconocidas y luego valoradas. Puede ser [el director] Guillermo del Toro u otras cosas, pasa en el cine, en la gastronomía… Sirve un montón que esta cultura [la del regional] tenga un pie puesto en California o Texas o porque se vuelve cool, aspiracional. Nuestra forma de trabajar también es interesante, porque estamos entre Estados Unidos y Latinoamérica. Las corporaciones a veces se parten por mercados, y esto nos está obligando a ver a la música mexicana como un third country [un tercer país], una colaboración bicultural, binacional”, explica el editorialista de Spotify.

‘Narcocultura’ y la ‘contracultura’

Mayo de este año. Natanael Cano canta sobre el escenario del icónico Auditorio Nacional, el gran recinto de Ciudad de México. Sus bailarines salen con armas falsas y emulan disparos y un intercambio de droga. La polémica acerca de las referencias al narcotráfico ha rodeado de manera constante a los corridos tumbados: las alusiones al JGL, las iniciales de Joaquín Guzmán Loera, El Chapo; el Ch y la pizza, un juego de palabras con la chapiza, el brazo armado del capo… Algunos de estos artistas han admitido en entrevistas que este tipo de canciones las hacen “por encargo”, una práctica habitual en el género del corrido. Un ejemplo de ello eran algunos de los corridos de otro de los pioneros, Chalino Sánchez, otro mexicano que contó la frontera, cantó las historias de criminales y murió asesinado.

Los artistas del panorama urbano mexicano han comenzado a partir de disqueras independientes y sellos propios, alejándose de las grandes discográficas comerciales, otro parecido, por ejemplo, al éxito de Bad Bunny, que se mantiene fiel a disqueras independientes puertorriqueñas. “Son absolutamente contraculturales y me encantaría ver cómo la cultura estadounidense, en busca de audiencias y mercados, asimila estas culturas también para normalizarlas. Me encantaría ver series de televisión de generación Z, como Euphoria [la serie de HBO], donde hayan personajes tumbados”, reflexiona Uriel Waizel.

Ese viaje tantas veces repetido de los márgenes al centro ya ha comenzado. Los nuevos artistas de la banda, el norteño o el mariachi conocen de sobre la importancia de redes como Tiktok –la red social con más presencia de la generación Z–, y han sabido aprovecharlas. “Creo que TikTok e Instagram han tenido mucho que ver. Es esencial para entender los números que estamos teniendo en este momento”, comentaba Peso Pluma a este diario en una entrevista reciente.

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