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el niño que creció en Jardines del Pedregal – NSS Oaxaca

REFORMA

Abel Barajas

Cd. de México (06 enero 2023).- La historia de Ovidio Guzmán López, “El Ratón”, es la de un niño que vivió su infancia en Jardines del Pedregal, una de las colonias más exclusivas de la Ciudad de México, y terminó convertido en uno de los líderes más violentos del tráfico de drogas.

Cuando estudiaba la primaria, a fines de los años 90, todos los días un taxista lo dejaba en la puerta del Centro de Educación y Cultura Ajusco (CEYCA), un colegio fundado por los Legionarios de Cristo, en la Delegación Tlalpan.

En ese entonces, Griselda López Pérez y sus hijos Ovidio, Joaquín, Griselda Guadalupe y Édgar vivían en una residencia ubicada a unos pasos del centro comercial Perisur. El capo Joaquín “El Chapo” Guzmán, padre de los menores, estaba preso en el penal de Occidente, en Jalisco.

“El Chapo” bautizó a Ovidio con el nombre de uno de sus hermanos, quien falleció en un accidente automovilístico en el estado de Jalisco, en 1991.

“La casa de la señora Griselda se ubica en Serranía 226, Colonia Jardines del Pedregal, a un costado de Perisur, mis actividades diarias eran llevar a Joaquín, de 15 años, a la escuela del Tec de Monterrey, que se ubica sobre Periférico, antes de la Glorieta de Vaqueritos, como a las 6:00 de la mañana; regresando por los otros dos niños, la niña de 7 años de nombre Griselda Guadalupe Guzmán López y el niño de 11 años de nombre Ovidio”, declaró en 2001 ante la PGR Alfredo Trueba Franco, el taxista que llevaba a los niños a la escuela.

“Acudía al súper, para lo que me daba (la señora) una lista de alimentos, hasta que regresaba por los niños que salían de la escuela y en las tardes llevaba a la señora al salón de belleza.

“En una ocasión, en Semana Santa (de 2001), trasladé a los niños a Mazatlán, ya que un amigo de ellos, Ricardo Bonilla, tenía una palapa en una playa de allí y los invitó a pasear”.

El taxista no era cualquier empleado.

En los años 80, Trueba ingresó como agente a la Policía Judicial Federal de la PGR y estuvo comisionado en un retén de San Roberto, Nuevo León; luego, en 1990, lo trasladaron a Culiacán, donde se relacionó con “El Chapo”.

El día que lo conoció, el narcotraficante le hizo a Trueba una oferta que le resultó irresistible: puso en sus manos un millón de viejos pesos en efectivo para que no molestaran a su esposa e hijos con las revisiones de rutina en el aeropuerto local. Trueba fue enviado en 1991 a la sede de la PJF en Acapulco y en 1992 a Tepic, donde volvió a reencontrarse con Guzmán Loera.

Ocho meses más tarde, el agente fue readscrito a la Ciudad de México y en 1993, por problemas de salud, se dio de baja de la corporación federal. En 1995, Trueba compró un taxi ecológico y fue a principios de 2000 cuando Griselda López le habló por teléfono para contratarlo como chofer de la familia.

La madre de Ovidio en ese entonces usaba los alias de Silvia Escoto Muñoz, Griselda Guadalupe Reyes y Martha Lucía López Pérez.

Iba de compras con sus niños a las plazas comerciales Cuicuilco y Santa Teresa, lugares donde discretamente se encontraba con Miguel Ángel Trillo, piloto y hombre de confianza de “El Chapo”, quien le entregaba el dinero para mantener a la familia, según indica un parte policiaco.

Todo cambió el 19 de enero de 2001, cuando Guzmán Loera se fugó del penal de Occidente y obligó a su familia a renunciar a su cómodo estilo de vida en el sur de la capital del País.

Ovidio dejó la primaria del CEYCA, cuando cursaba el quinto año, a los 11 años de edad.

Siete años más tarde, apenas alcanzó la mayoría de edad, daría sus primeros pasos en el mundo criminal, según la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA).

Ascenso de ‘El Ratón’

El apodo de “El Ratón” aparentemente está relacionado con el logo que usan en el hombro los uniformados de su grupo paramilitar, la figura de Pixie, de la serie de animación Pixie and Dixie and Mr. Jinks, producido por Hanna Barbera a principios de los años 60.

Ovidio nació el 29 de marzo de 1990 en Culiacán, Sinaloa. No es el mayor de los hijos que tuvo “El Chapo” con sus distintas esposas, pero sí uno de sus dos descendientes con el ascenso más visible, desde que el líder máximo del Cártel de Sinaloa fue recapturado en 2016.

El otro es Iván Archivaldo Guzmán Salazar, “El Chapito”, en la actualidad de 39 años de edad.

El 6 de julio de 2018 un gran jurado acusó a “El Ratón” ante la Corte Federal del Distrito de Columbia en Washington, por los delitos de conspiración para distribuir cocaína, metanfetamina y mariguana.

La acusación establece que Ovidio empezó a traficar drogas desde 2008, cuando tenía 18 años.

La primera ocasión en que las autoridades estadounidenses lo señalaron públicamente como operador del Cártel de Sinaloa, fue el 8 de mayo de 2012.

La Oficina de Bienes Extranjeros del Tesoro (OFAC, por sus siglas en inglés) puso a Ovidio y al “Chapito” en su lista negra de personas designadas, lo que lleva implícito el bloqueo de sus activos y la prohibición para que se comercie con cualquier entidad de su propiedad.

El 13 de octubre del mismo año, el Ejército mexicano también señaló que Ovidio y Manuel Torres Félix, “El Ondeado”, recién abatido, eran los responsables de coordinar para el Cártel de Sinaloa los desembarques de cocaína en las costas de Oaxaca y Chiapas.

Un testigo protegido del FBI relató a la justicia estadounidense que Ovidio y sus medios hermanos se reunieron en 2015 con Emma Coronel, esposa de “El Chapo”, quien les informó de los detalles del plan de fuga del Penal del Altiplano, que concretó el capo el 11 de julio de ese año.

Para entonces, “El Ratón” y su tío Aureliano Guzmán Loera, “El Güero”, ya estaban identificados como los dos principales mandos de la organización criminal en Sinaloa, según un informe del Centro Nacional de Planeación, Análisis e Información para el Combate a la Delincuencia (CENAPI), órgano de inteligencia de la FGR, fechado el 14 de julio de 2015.

Cuando “El Chapo” fue recapturado el 8 de enero de 2016 en Los Mochis, “El Ratón” y “El Chapito” se lanzaron por el liderazgo de la empresa criminal, pero eso trajo como consecuencia una guerra abierta contra distintos aliados de su padre, sobre todo de la “vieja guardia”.

La primera disputa de “Los Chapitos” fue con Dámaso López Núñez, “El Licenciado”, y su hijo Dámaso López Serrano, “El Mini Lic”, el primero de ellos compadre de “El Chapo” y uno de los responsables de facilitar la primera fuga del capo en 2001.

Una de las versiones que corrió en aquel momento es que el 4 febrero de 2017 los Guzmán fueron emboscados y acusaron a “El Licenciado” de estar detrás de esta intentona. Por eso, Ovidio y Archibaldo habrían ordenado ejecutarlos.

En aquel momento se sospechaba que López Núñez había empezado a negociar una alianza con el Cártel Jalisco Nueva Generación para desplazar a los hijos del capo.

El 2 de mayo de 2017, López Núñez fue detenido y se allanó a la extradición, por temor a ser asesinado por los hijos de Guzmán.

“El Mini Lic” se entregó a la justicia estadounidense el 27 de julio del mismo año, temiendo por su vida.

Señales

Algunos expertos en la materia coinciden en que el evento que empoderó a Ovidio al interior de la organización fue el “Culiacanazo” del 17 de octubre de 2019 y la capitulación del Ejército, por órdenes del Presidente Andrés López Obrador.

Lo que sucedió después parecieron señales favorables para la descendencia de “El Chapo”.

El 29 de marzo de 2020, López Obrador viajó a Badiraguato y durante la supervisión de una carretera, se bajó de su camioneta y saludó a Consuelo Loera, madre de “El Chapo”.

Y luego, el Gobierno federal neutralizó a los potenciales competidores de “Los Chapitos” en el mercado de las drogas.

En mayo de 2021, Héctor “El Güero” Palma fue reaprehendido tras salir del penal del Altiplano y hoy continúa preso con una acusación por hechos de 1995 a 1999.

El 23 de agosto de 2021 Eduardo Arellano, “El Doctor”, fue recluido de nueva cuenta en esa prisión, tras ser deportado de Estados Unidos, con acusaciones basadas en testimonios de hace casi 20 años.

Mientras que el 15 de julio 2022, la Armada de México recapturó a Rafael Caro Quintero en Sinaloa, con base en la orden de extradición relacionada con el crimen del agente de la DEA, Enrique Camarena, ocurrido en 1985 y que ya fue juzgado por la justicia mexicana.

Todo esto sucedió entre el primero y segundo “Culiacanazo”, uno fallido y otro exitoso, previo a la visita del Presidente estadounidense Joe Biden y muy a pesar de los costos indeseables para López Obrador.

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